13.11.09


A propósito de la gestión del talento, me ha enviado (una de esas personas a las que le sobra) una reflexión en torno a este tema escrita por Jack Welch, un "héroe empresarial". El chico que entró en General Electric con 25 años y se retiró siendo su presidente. Algo sabe.


Recojo el artículo de la web portafolio.com.co


¿De qué están hechos los ganadores?


Contratar gente buena es difícil. Y no obstante, para ser ganador no hay nada más importante que contar con las personas adecuadas en el campo.
Todas las estrategias astutas y tecnologías avanzadas del mundo de ninguna forma son tan efectivas si carecen de gente excelente para ponerlas en práctica. Algunas veces se necesita contratar un líder de alto nivel -alguien que va a estar a cargo de una división importante o de toda una empresa. Cuando se está valorando a los candidatos para un empleo hay cuatro características altamente desarrolladas, realmente importantes:

1. Autenticidad. ¿Por qué? Es simple. Una persona no puede tomar decisiones difíciles, tener un puesto poco popular o defender lo que cree a menos que él mismo se conozca y se sienta cómodo con su postura. Estoy hablando de confianza en sí mismo y convicción.
Estas características hacen que un líder sea intrépido y decisivo, condiciones absolutamente críticas en tiempos de actuar rápidamente. De igual importancia es el hecho de que la autenticidad hace que los dirigentes sean agradables, en ausencia de una mejor palabra. Su genuinidad se evidencia en la forma en que se comunican y llegan a la gente a un nivel emotivo. Sus palabras las mueven: su mensaje toca algo adentro. Cuando trabajé en GE, ocasionalmente nos encontrábamos con un ejecutivo muy exitoso que simplemente no podía ser promovido al siguiente nivel. En los primeros días, nos esforzábamos por entender la situación. Esos ejecutivos demostraron valores correctos y lograban las metas, pero normalmente sus trabajadores no se conectaban con ellos.
¿Cuál era el problema? Finalmente, descubrimos que esos ejecutivos siempre tenían cierta falsedad. Pretendían ser algo que no eran: más controladores, más alegres, más astutos. No sudaban. No lloraban. Se retorcían en su propia piel, actuando un papel inventado por ellos mismos. Los líderes no pueden tener ni un ápice de falsedad. Tienen que conocerse a ellos mismos, de tal forma que puedan ser francos con el mundo, vigorizar a sus trabajadores y dirigir con la autoridad emanada de la autenticidad.
2. Capacidad de prever lo inesperado. Cada líder debe tener una visión y la capacidad de predecir el futuro, pero los buenos dirigentes deben tener la disposición especial de anticipar lo radicalmente inesperado. En el mundo empresarial, los mejores dirigentes en ambientes brutalmente competitivos tienen un sexto sentido para percibir cambios en el mercado y las acciones de la competencia existente y recién entrante.
El ex vicepresidente de GE y actual presidente de Fiat, Paolo Fresco, es un dotado ajedrecista. Utilizó esa habilidad en cada acuerdo comercial global que pactó durante 30 años. De cierta forma, debido a su intuición y astucia, podía ponerse en los zapatos de la persona con la que negociaba, permitiéndole predecir cada jugada de una negociación. Para nuestro asombro, Paolo siempre veía lo que estaba por venir. Nunca nadie estuvo cerca de ganarle la partida, porque sabía lo que pensaba su 'adversario' antes de que el propio adversario lo supiera. La habilidad para ver lo inesperado es la habilidad para imaginar lo inimaginable.

3. Fuerte propensión a rodearse de gente mejor y más inteligente que ellos mismos. Cada vez que teníamos una crisis en GE, rápidamente reunía un grupo integrado por la gente más inteligente y valiente que podía encontrar a cualquier nivel dentro de la empresa, y algunas veces de afuera, para apoyarme fuertemente en sus conocimientos y consejos. Me aseguraba que todos abordaran el problema desde un ángulo distinto, y después hacía que todos nos empapáramos de información mientras trabajábamos para solucionar la crisis.
Las sesiones casi siempre eran pendencieras, y las opiniones vertidas eran fuertes y variadas. Y aun así, mis mejores decisiones emanaron de lo que aprendí en esos debates. Los desacuerdos provocaban cuestionamientos importantes y nos forzaban a desafiar supuestos. Al finalizar esta experiencia, todos salíamos más informados y mejor preparados para enfrentar la siguiente crisis. ¡Un buen líder tiene el coraje de ensamblar un equipo que algunas veces lo hace ver como la persona más tonta de la sala! Sé que eso suena contrario a la intuición. Se quiere que los dirigentes sean los más inteligentes de la junta, pero si actúa como si lo fuera, no obtendrá ni la mitad de la retroalimentación que debe conseguir para tomar las mejores decisiones.
4. Elasticidad. Todo dirigente comete errores, todo dirigente se tropieza y cae. La pregunta para un dirigente de alto rango es si él (ella) aprende de sus errores, se reagrupa y sigue andando a nuevo paso, convicción y confianza. El nombre de esta característica es elasticidad, y es tan importante que un dirigente debe tenerla al trabajar porque, de lo contrario, es difícil aprenderla en periodos de crisis. Es por eso que siempre que coloqué a una persona en una nueva situación de liderazgo, busqué candidatos que se habían enfrentado a una o dos experiencias duras. Particularmente, me gusta la gente que recibió un fuerte golpe, pero que demostró que podía seguir participando aún mejor en la siguiente carrera. El mundo empresarial global de la actualidad va a tumbar del caballo a cualquier dirigente más de una vez. Los dirigentes deben saber cómo subirse a la silla otra vez.

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